La división en el movimiento feminista

Por mi condición de hombre, me resulta por una parte complicado exponer cualquier tipo de idea que verse sobre el movimiento feminista. No es por que no lo apoye, que lo apoyo incondicionalmente, sino por que siempre he considerado que el movimiento en si, es por y para las mujeres. Y que sobre esta cuestión, ellas tienen la «auctoritas» para poder hablar u opinar.

Los hombres, en mi opinión, debemos de apoyarlo. Sin reservas. Sin más.

Me despierto hoy con el cese de la destitución de Isabel García, ex directora del Instituto de la Mujer. Las causas públicas se refieren a un supuesto caso de adjudicación de contratos efectuados a la empresa que su pareja ostentaba. Sin embargo, ella alega razones de persecución por su oposición a la Ley Trans.

Disculpar mi terquedad…pero desde el 2008 muchas cosas han cambiado. Muy especialmente en el ámbito de las izquierdas. Y no solamente en nuestro país, sino con carácter global. Y cuando me refiero a las izquierdas, no me estoy refiriendo en exclusiva a las organizaciones partidarias, sino por supuesto, a los movimientos que han surgido con fuerza desde entonces.

El movimiento feminista se ha caracterizado siempre por su capacidad de convocatoria, movilización y por supuesto unidad. Los 8 de marzo son al igual que otras fechas significativas -1 de mayo para la clase trabajadora – momentos de exposición pública y de fuerza en las múltiples razones para acceder a un modelo social más justo con, por y para las mujeres.

Sin embargo han surgido movimientos en paralelo, fruto del tiempo. Se trata de los movimientos LGTBI. Que en pleno S.XXI han adquirido mucha fuerza. Y desde mi perspectiva -nuevamente- creo que el movimiento feminista ha apoyado sin reservas.

Por que al fin y al cabo se trata de que en el orden civil, social y laboral, se establezca una plena igualdad. Con independencia del sexo u orientación sexual que cada persona tenga o quiera ostentar.

Sin embargo hay un elemento novedoso que fue la puesta en vigor de la Ley Trans. Y la controversia gira entorno al hecho biológico. Sin descontar el papel que el fascismo ha utilizado y sigue utilizando con el fin de desvirtuar la igualdad efectiva entre personas.

Yo personalmente, al igual que en otras cuestiones -la cuestión nacional, de la que hablaré en otra ocasión- considero que con carácter general se ha perdido el norte.

Me explico: creo que nos hemos olvidado del papel de clase que juega el capitalismo global. Por una cuestión de mera pervivencia del modelo de explotación que los clásicos expusieron de forma muy ilustrativa. Y más si tenemos en cuenta que no existe alternativa hoy al sistema capitalista. Y basamos las reivindicaciones en cuestiones que afectan al mundo del derecho civil, pero sin tocar ni un ápice las cuestiones que realmente afectan a la vida de las personas.

El derecho al trabajo. El derecho a la vivienda. El derecho a la mejora de las condiciones laborales de las personas. El derecho a que la plusvalía sea más redistributiva con los que menos tienen.

Existe cierto hedonismo social. No es nuevo. La gente de mi generación también lo sufrimos. Tampoco lo critico abiertamente. Todo el mundo tiene el perfecto derecho a ser hedonista.

Pero prefiero gritar con ellas «nosotras parimos…nosotras decidimos».

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